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Mostrando entradas de agosto, 2013

Democratizando cumpleaños

               Siempre fui un tipo extremadamente tímido. Tranquilo hasta la médula. En la escuela me daba vergüenza hasta reírme delante de las niñas, y cuando lo hacía me tapaba la boca. Como me daba mucha vergüenza estar cerca personas del sexo opuesto, cuando iba a los cumpleaños inventaba algún dolor en la panza incluso en la puerta misma de la casa donde se llevaría a cabo la fiesta. Y hacía que mis padres me llevaran de nuevo a casa, obviamente sabiendo que no me dolía absolutamente nada más que verle sus caras al traerme de vuelta. No por ellos, sino por mí. Me moría de pensar que mis compañeros se podían llegar a reír de mí, de mi risa, de mi cara, de un chiste que hice y no fue gracioso. De todo. Tengo que aclarar que era un niño bastante normal, o por lo pronto no tenía un brazo en la frente o las dos orejas del mismo lado.             ...