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Mostrando entradas de octubre, 2013

Un viejo cualquiera

               Se secó las manos y la cara y se volvió a mirar al espejo. El agua corría, mientras apoyaba las palmas de sus manos a los lados de la pileta. No sabía cuánto tiempo había pasado. ¿Cinco minutos? ¿Diez? ¿Un año? Volvió a doblarse para acercar su cara a la canilla, puso sus manos bajo el agua fría y volvió a mojarse la cara, pero esta vez no se secó. Miraba en su reflejo como el agua caía de su arrugada frente, pasando por sus ojos, y hasta la punta de su nariz, cayendo luego a la pileta en gotas que se unían en un pequeño río, para dejarse ir por las tuberías.                 El tiempo y sus mañas lo habían llevado a donde estaba. Los ecos de las risas del pasado todavía sonaban en su cabeza, aunque cada vez con menor intensidad. Había sido feliz, eso era innegable. Las arrugas en su cara y manos denotaban su edad. Ya no era aquél muchacho que pe...