Nos dimos de trompa contra calzas y botas, las
“Californianas” las modas y todo eso.
Vimos hockey y tenis solo por las polleras
esperando que se subieran en todo momento.
Pagamos tragos para poder besarlas, hicimos
“Lobby” y nos hicimos los “langas”.
Dijimos amar cuando no lo hacíamos y callamos
cuando realmente amábamos.
Nos equivocamos.
Una vez.
Dos veces.
Tres.
Mil.
Ellas perdonaron mil y una.
Salimos a correr, nos pusimos en forma, fuimos
al gimnasio 3 veces por semana sólo para que nos vieran.
Debimos haber ejercitado el sentimiento.
Lavamos la vajilla pensando hacer favores,
dijimos que la comida estaba rica.
Las vimos flacas.
Una vez.
Dos veces.
Tres.
Mil.
Ellas se vieron gordas mil y una.
Regalamos flores y bombones. Nos fumamos las
comedias románticas comiendo chocolate.
Abrimos la puerta del acompañante haciéndonos
los caballeros.
Creímos saber cuándo se habían hecho algo en el
pelo.
Creímos mal.
Dejamos la tapa del wáter arriba.
Una vez.
Dos veces.
Tres.
Mil.
Ellas la bajaron mil y una.
Creímos saber que podíamos amar como aman
ellas.
Nos equivocamos, pero lejos de sentirnos
culpables, porque sabemos que el poder de nuestra mente no llega al diez por ciento del de
su corazón.
Invitamos a nuestros amigos a casa a ver
fútbol.
Ellas sonrieron, cocinaron y limpiaron una vez.
Dos veces.
Tres.
Mil.
Mil y una.
Nos dijeron para ir al cumple de una amiga. Nos
quejamos y dijimos que no queríamos. Una vez.
Dos veces
Tres
Mil.
Fuimos al cumpleaños mil y una.
Dimos por sentado un par de cosas que no
debimos.
Pensamos una vez que las conocíamos al detalle.
Pensamos dos veces.
Tres.
Mil.
Nos equivocamos mil y una.
Son un puzle complicado y hermoso.
La sal de la vida que endulza la nuestra.
Podríamos agradecerles.
Una vez
Dos veces
Tres.
Mil.
Y no alcanzarían ni mil y una.
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