La vida entera
te esperé y no lo sabía.
Viví mi infancia
muy feliz, corriendo por el fondo de mi
casa, choqué rodillas contra el piso y pateé miles de veces la pelota descosida,
y no lo sabía.
Jugué al “cordón”
en el barrio y volví a tomar la leche cuando mi madre me gritó desde la puerta,
esperé a que mi padre volviera de trabajar mirando por la ventana, y ahí
tampoco lo sabía.
Fui al jardín
y conocí amiguitos que hasta hoy en día son de los mejores, aprendí a colorear
adentro de las líneas y a leer letra por letra el infinito
abecedario, y aún ahí no tenía idea.
Llegué al
liceo y pase noches en vela estudiando y estresándome por cosas que hoy no me
importan. Si tan solo hubiera sabido que te estaba esperando…
Crecí y salí
con amigos. Salí a horas en las que hoy ya estoy dormido en el sillón. Volví a
horas en las que hoy vos me despertás con un beso. Pero no había forma de
saberlo entonces.
Saqué la
libreta de conducir y sentí que no me faltaba absolutamente nada más, me sentí
libre sin saber que no era nada comparado con tener tus brazos alrededor de mi
cuello.
Me mudé con
tu mamá y vivimos felices y despreocupados, haciendo del tiempo lo que quisiéramos
sin rendirle cuenta a nadie mas que a nosotros mismos. Todavía no imaginaba la
hermosura de dejar de lado un poco de mi libertad
para que vos seas lo más libre posible.
Llegó tu
hermano, Lorenzo, y nos iluminó la vida entera, nos hizo sentir completos sin
nunca haber pensado que algo nos faltaba, y aún así, en ese preciso instante no
entendía que te seguía esperando.
Un 9 de
enero lo supe. Te tuve en brazos y entre lágrimas de felicidad con tu mamá lo entendí.
Entendí que aquél niño feliz, luego adolescente y hoy en día adulto había
estado esperando toda la vida por vos, porque completaste
un todo donde parecía no faltar nada… hasta que llegaste y te hiciste imprescindible.
La vida
entera te esperé Fran…Y hoy lo sé.
Comentarios
Publicar un comentario