Ir al contenido principal

Solo un número (el día antes)


                      30 es un número redondo. 30 millones de euros pagaron por un jugador, 30 pesos saldrá el boleto en 2015, 30 minutos de tiempo extra luego del 0 a 0 en los 90’, 2030 será el mundial en Uruguay. Treinta, treinta.., lo digo y lo repito en la cabeza..., no sabía en 1983, aquél frío (según me cuentan) 25 de Julio que iban a llegar,,, pero en 10 horitas y minutos llegan, inevitablemente dejaré la veintena y me convertiré en uno más de los que cumplen con un 3 adelante. Mi cabeza no convencida pensará antes de responder la edad... 29.. emm, digo 30. En mi mente sigo teniendo 18 y recién salí del liceo, y sigo pensando que voy a volver en cualquier momento a sentarme en una clase de literatura, como si nunca me hubiese ido. Pero me fui, y llegaron los 20, los 21.., los 29. Si me preguntaban, mientras seguía cumpliendo, qué edad quería tener, siempre respondía que 21 porque ya tendría la mayoría de edad en cualquier parte del mundo, para que necesitaba más? Y me quedaría con 21 para siempre. Mañana llegan los 30, y serán bienvenidos como fueron todos los demás, con un poco más de experiencia,  casi nada más de sabiduría y mucho camino por recorrer. Mañana, si me preguntás, me quedo con 30, por un año más…

Comentarios

Entradas populares de este blog

Hijo: cuando vos quieras va a estar bien

              Escribo esto para que nazca mi hijo, porque por alguna razón pienso que él sigue bañado en líquido amniótico solo para esperar a que escriba la última palabra de este texto. En unos días se cumplen ya cuarenta semanas. Cuarenta semanas  que lo imaginamos, lo esperamos y lo conocemos sin nunca haberlo visto. Es el primer nieto de la familia por mi parte, y las ansias devoran abuelas, abuelos, tías y tíos a enormes mordidas incontrolables. Ni que hablar de a los padres. Está ahí, está acá, así de cerca (con la seña del índice y el pulgar a unos 2 centímetros de distancia)                 Muchas veces mi forma de expresarme cuando algo se me sale de la mente o me explota en el corazón es ponerlo en palabras escritas, y lo hago en reiteradas ocasiones. Hace ya un tiempo que quería dejar en blanco y negro una pequeña página referida a lo que siento hoy a horas de ser padre, a horas de cambi...

La hija

  Bebió otro sorbo de café y volvió a su lectura. De todos los mundos a los que ese libro podría haberlo transportado, lo llevó a uno que le parecía muy familiar. Las calles desiertas en un mar de lluvia lo envolvían todo. Tal como ocurría en ese preciso momento y él corroboraba al mirar por su gran ventana instalado en su biblioteca. Pero él estaba a salvo en su sillón de terciopelo verde, con sus pies apoyados en un taburete y rodeado del aroma de su café que se enfriaba a medio metro, en su mesita de lectura. Las nubes de humo que emanaban de su taza lo envolvían en un velo transparente pero intenso, arropándolo cual madre a su niño antes de dormir.   Volvió a sumergirse en el libro. El protagonista recorría las desoladas calles empapado en busca de su hija perdida, que alguien le había arrebatado de su lado hacía instantes mientras él pedía un refresco en un bar. Corría gritando su nombre y abriendo puertas de casas ajenas mientras lloraba lágrimas que se confundían con la...

Tortilla de papa

  Llegué tarde del trabajo y mi esposa y mis dos hijos me esperaban en la mesa para cenar. Saludé y vi los platos servidos con tortilla de papa. Nunca fui fanático de la tortilla de papa, son papas pegadas con huevo yo que sé, y se me ocurren muchas otras maneras de comer la papa mucho más ricas. Pero cuando yo era chico y mi padre llegaba tarde de trabajar y comíamos la tortilla hecha por mi mamá, mi papá siempre decía eufórico: “que buena tortilla de papa, está para chuparse los dedos, de las mejores comidas que existen” y yo lo repetía asintiendo con cara de fanático. Tal vez porque nuestro padre es nuestro héroe cuando somos chicos estamos dispuestos a mentir hasta a nuestro paladar con tal de ser lo más parecidos a él posible. Y es por eso que por más que no me mataba la tortilla, asentía a sus comentarios como si estuviera comiendo mi última cena. Yo podría vivir sin tortilla de papa a partir de hoy mismo y nada cambiaría en mi vida en absoluto, pero cruzar aquella mirada d...